jueves, 25 de julio de 2013

Variedades uva blanca (parte II)

Sauvignon Blanc
Sauvignon Blanc, está considerada, después de la chardonnay, la variedad más fina entre las cepas blancas de origen francés, de la zona de Burdeos. Estos franceses sí que saben de vinos… ¡¡qué tíos!!.
Produce vinos elegantes, secos y ácidos.
* A la vista el vino Sauvignon Blanc presenta un color amarillo verdoso, llegando a presentarse levemente verdoso con reflejos dorados.
* Los aromas primarios que emanan del Sauvignon Blanc son herbáceos, recuerdan a pasto recién cortado, la miel, el bizcocho, ananá, mango, pólvora, espárragos, pomelo rosado, etc.
* A la boca el Sauvignon Blanc presenta una cantidad de ácidos notables, de gran personalidad y con sabores a pasto, pomelos rosados y en ciertos casos a yesca-pedernal. A veces, tiene acentos ahumados y un sabor ligeramente picante, que resalta su potencia aromática en el paladar.


Verdejo

Uva autóctona de Rueda (Valladolid). Su origen, aun no teniendo testimonios escritos de ello, se cree que puede coincidir con el reinado de Alfonso VI (siglo XI). En esa época se repobló la cuenca del Duero con cántabros, vascones y mozárabes, siendo estos últimos los que con mayor probabilidad trajeron la variedad Verdejo a España.
El aroma y sabor de la Verdejo tiene matices de hierba de monte bajo, con toques afrutados y una excelente acidez. El extracto, factor de personalidad de los grandes vinos blancos, es perceptible por su volumen y su característico toque amargoso que proyecta en boca un destello de originalidad, acompañado de una gran expresión frutal. Son vinos de gran armonía, cuyo recuerdo tras el paso por boca invitan a continuar con la degustación. Tarrarrurra


Viura

La viura/macabeo es una uva resistente y de elevado rendimiento. Quizás por eso su cultivo se está viendo aumentado de manera considerable.

Es la cepa blanca por excelencia del viñedo riojano, donde habitualmente arroja vinos bien equilibrados, no exentos de apreciable acidez, francos, aunque humildes en complejidad aromática, con frescos y fugaces recuerdos frutales. Los vinos blancos de guarda riojanos son una auténtica joya enológica que desafía con descaro las leyes físicas del tiempo. Resulta cuando menos curioso que una uva tan poco agraciada en su juventud, alcance su madurez de una manera tan opulenta y redonda.

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